Los Tres "Autos" del Aprendizaje:
Aprendizaje Estratégico en Educación a Distancia
Jaime Ricardo Valenzuela González, Ph.D.
rvalenzu@campus.ruv.itesm.mxMéxico
Resumen
Las crecientes necesidades de preparación del recurso humano de las organizaciones han hecho que modalidades educativas, como la educación a distancia, emerjan con programas flexibles que se adaptan a las necesidades particulares de los diversos mercados. Los avances en las tecnologías de la información han favorecido también la proliferación de programas bajo esta modalidad, que centra la responsabilidad del aprendizaje en el alumno, más que en el maestro. En este contexto, el trabajador/alumno se enfrenta al reto de realizar un aprendizaje más autodirigido, autónomo y autorregulado (lo que bien podríamos llamar, los tres "autos" del aprendizaje). El presente trabajo aborda el concepto de aprendizaje estratégico, identificando un conjunto de conceptos relevantes y proponiendo una taxonomía de estrategias de aprendizaje aplicables al contexto de la educación a distancia. En su parte final, se propone una agenda de trabajos de investigación que den luz sobre la forma en que los recursos empleados en esta forma de capacitación se aprovechen adecuadamente.
Introducción
Las crecientes necesidades de preparación del recurso humano de las organizaciones han hecho que modalidades educativas, como la educación a distancia, emerjan con programas flexibles que se adaptan a las necesidades particulares de los diversos mercados. Los avances en las tecnologías de la información han favorecido también la proliferación de programas bajo esta modalidad, como lo muestra la revista canadiense Maclean's Online:
For thousands of students around the world, online learning is a match made in cyberspace. From courses in fly-fishing or auto mechanics to a degree program from MIT, the offerings are boundless. Worldwide, more than 17,000 courses are now available entirely online—about 2,700 of them from Canadian schools—and the figure is literally growing by the hour. Thousands more combine an Internet component with brief stints on campus. According to the Massachusetts-based International Data Corp., about 15 per cent of all postsecondary students—or 2.2 million
people—will be enrolled in online courses by 2002 in the United States alone, compared with five per cent last year. Corporate powerhouses such as Microsoft, IBM and Disney are spending billions to cash in on the boom. In North America, IDC says, the Web-based learning market will grow to $8.3 billion by 2002. "This is not just another form of distance learning," says David Johnston, president of the University of Waterloo and former chairman of the federal Information Highway Advisory Council. "What we have is a new set of tools. It's as profound a change as the founding of the printing press 500 years ago" (Schofield, 1999).
En este contexto de educación a distancia, el trabajdor/alumno se ve enfrentado a condiciones muy sui generis que contrastan con las prácticas comunes de los sistemas educativos presenciales. La distancia física con el profesor y los compañeros, el aumento acelerado de fuentes de información o el uso de tecnologías como medio de comunicación, son algunos ejemplos de las peculiaridades que hacen que programas de educación a distancia requieran que los alumnos usen estrategias ad hoc para el aprendizaje.
Así, el participante de programas de educación a distancia se enfrenta al reto de realizar un aprendizaje más autodirigido, autónomo y autorregulado—lo que bien podríamos llamar, los tres "autos" del aprendizaje. Un programa de educación a distancia estará condenado al fracaso mientras los participantes no sepan cómo estudiar mejor y ser más estratégicos en sus procesos de aprendizaje. No importa que tan buen diseño instruccional tenga un curso o que tan sofisticadas sean las tecnologías que se empleen, el aprendizaje de un cierto contenido tiene al participante (y a sus estrategias para aprender) como el responsable final del logro de las metas educativas.
La Era de la Información y la Era del Conocimiento
En diversos sitios escuchamos la afirmación de que la era industrial ha terminado y que el Siglo XX ha sido el testigo del nacimiento de la era de la información. Sin embargo, yo iría más lejos para afirmar que la era de la información tuvo una efímera existencia y que actualmente estamos viviendo ya la era del conocimiento. Y esta afirmación viene de la forma de conceptualizar estos términos, tan equivocadamente confundidos en nuestro días.
Mientras que entendemos por información al conjunto de datos ordenados con un fin determinado, entendemos por conocimiento la forma en que esa información es asimilada y acomodada en nuestra mente. Esencialmente, el conocimiento es un proceso personal de construcción de estructuras mentales que nos permiten entender el mundo en el que vivimos.
Así, en los albores del Siglo XXI, las tecnologías modernas nos han permitido tener acceso a un sinnúmero de piezas de información fácilmente disponibles en nuestros hogares, escuelas y trabajos. Sin embargo, muchas veces no sabemos qué hacer con todas esas piezas. Sabemos que internet nos permite su acceso, pero aún nos conflictuamos cuando requerimos asimilar una sola pieza de información—digamos una simple página de texto—en nuestra memoria. Siguiendo una metáfora computacional (Newell y Simon, 1972), nuestra mente se puede caracterizar por tener una memoria RAM de capacidad muy limitada, la cual actúa como "cuello de botella" impidiendo el acceso de información a nuestra memoria permanente o a largo plazo. Ciertamente, el CPU y el disco duro humanos, por así llamarlos, tienen características que envidiaría cualquier computadora. Pero nuestro cerebro se ve limitado, en buena medida, por su memoria RAM. ¿Cuáles son las implicaciones de esto? ¡Una enorme dificultad para conocer! En general, de poco nos sirve tener acceso a grandes volúmenes de información, si no sabemos qué hacer con ella cuando la encontramos. En el océano de la información en el que vivimos, el que no sepa asimilarla y acomodarla en su cerebro es como el que no sabe nadar; por querer absorber todo el océano, se puede ahogar.
Estas ideas cada vez se vuelven más palpables cuando las empresas introducen conceptos como el de economía del conocimiento o capital intelectual (e.g., Edvinsson y Malone, 1998). Usando términos de carácter psicológico, las empresas ponen énfasis en el potencial de sus recursos humanos para adquirir y usar conocimiento, para aprender y para pensar. La inteligencia humana, definida como esa capacidad para aprender y para pensar, es reconocida en la actualidad como uno de los recursos fundamentales con los que cuenta la empresa moderna.
Aprendizaje Estratégico en Programas de Educación a Distancia
El aprendizaje ha sido un tema central de la psicología por más de un siglo. De Pavlov a Skinner, o de Wertheimer a Ausbel, la psicología educativa ha puesto muchos esfuerzos para codificar y sistematizar las operaciones que subyacen en los mecanismos del aprendizaje. La comprensión profunda de esos mecanismos es una de las tareas fundamentales de la psicología. Sin embargo, otra función de esta ciencia es la que se refiere a su uso práctico en educación. Preguntas sobre como las personas pueden aprender algo de una manera efectiva y eficiente, han estado en la mente de muchos profesores y alumnos por muchos años. A pesar de que muchos textos han sido escritos sobre cómo estudiar mejor, o cómo llegar a ser un buen estudiante, ha sido sólo hasta hace unos 30 años que los investigadores han abordado estas preguntas de una manera sistemática.
El aprendizaje estratégico se define como aquellos procesos internos (cognitivos, motivacionales y emocionales) y conductas que promueven un aprendizaje efectivo y eficiente (Valenzuela, 1998). El término efectivo significa que la persona es capaz de alcanzar ciertos objetivos de aprendizaje. El término eficiente significa que la persona es capaz de lograr lo anterior mediante el uso óptimo de su tiempo, recursos y esfuerzo. Las estrategias de aprendizaje varían de un contexto a otro y su empleo no garantiza siempre la misma efectividad y eficiencia (Weinstein 1994). Para emplearlas, la persona requiere saber primero qué estrategias existen (conocimiento declarativo), cómo se emplean (conocimiento de procedimientos) y cuándo y dónde es apropiado emplearlas (conocimiento condicional).
Precisamente porque las estrategias de aprendizaje varían de un contexto a otro, es importante reflexionar sobre la naturaleza de la educación a distancia para poder proponer estrategias ad hoc a dicho contexto. Ciertamente, al tratarse de un proceso educativo, muchas de las características de los sistemas presenciales son también propias de los sistemas de educación a distancia. Sin embargo, para los propósitos de este escrito, vamos a hablar mejor de aquello que los hace diferentes. Las diferencias entre estos dos sistemas varían según el modelo particular que cada institución establezca en los mismos. En términos generales, algunas diferencias sustanciales se plasman en los siguientes diez puntos (Almaguer, Álvarez, Cantú, García, Garza, Jiménez y Sierra, 1999):
Los Tres "Autos" del Aprendizaje
Cuando reflexionamos en las peculiaridades de los sistemas de educación a distancia, surgen posiciones encontradas respecto al papel del participante en programas de este tipo. Por un lado—a veces en tonos triunfalistas—se ve al nuevo sistema como una forma "revolucionaria" de aprender. Desde el radio hasta los programas tutoriales, pasando desde luego por la televisión, se ha visto a la tecnología como el recurso "salvador", que puede resolver un sinnúmero de los problemas educativos del mundo entero. En contrapartida, encontramos a aquellos que establecen que estos sistemas educativos no han cambiado mucho desde la época de la educación por correspondencia. "El mismo vino, en botella nueva", podrían decir. Los alumnos se siguen enfrentando a los problemas de regular, por sí solos, su propio aprendizaje; y los profesores se siguen enfrentando a la tarea de presentar sus contenidos de aprendizaje en una forma atractiva que motive a los alumnos a estudiarlos por sí mismos.
Si bien ambas posturas tienen parte de razón, llevadas a los extremos son peligrosas. Los recursos tecnológicos sí han logrado revolucionar los sistemas educativos, pero se sigue dependiendo de múltiples factores—incluido el profesor—para asegurar que el aprendizaje adquirido sea significativo. La tecnología, por sí misma, no resuelve todos nuestros problemas. Y, en el otro lado, es cierto que el problema de aprender por cuenta propia sigue persistiendo. Ya se señalaba esto antes: no es lo mismo tener información acerca de algo, que llegar a conocer ese algo. Siguiendo con esta idea, el trabajo que aquí se presenta es un intento por mostrar aquello que las teorías de aprendizaje estratégico pueden aportar para facilitar un aprendizaje "por cuenta propia".
La idea de aprender "por cuenta propia" ha sido denominada de diversas formas. Un término que ha caído en desuso es el de "ser autodidacta". Atendiendo a su etimología, este término sugiere que uno se enseña a sí mismo. Otro término también empleado es el de "autoaprendizaje". Si bien da la idea de que el aprendizaje se da por cuenta propia, bien podría decirse que esto es redundante ya que todo aprendizaje depende de la persona que aprende, a fin de cuentas.
Tres términos que nos permiten entender mejor esto son los que podríamos denominar los tres "autos" del aprendizaje: aprendizaje autodirigido, autónomo y autorregulado. Un aprendizaje autodirigido es aquel en el que la persona define claramente las metas de aprendizaje que quiere alcanzar; las relaciona con las necesidades concretas de su trabajo y de su desarrollo personal; y elige, de entre varias opciones posibles, un programa educativo que le permita satisfacer dichas necesidades (Grow, 1991). Definidas las metas, la responsabilidad de la persona se extiende ahora a definir la forma en que va a estudiar. El término autonomía etimológicamente significa que la persona es la que define sus propias normas. Así, un aprendizaje autónomo exige que ésta defina las normas concretas que regirán sus procesos de aprendizaje (Grow, 1991). Programas flexibles en tiempo permiten a la persona decidir en qué horarios va a estudiar y con qué frecuencia, de acuerdo a las necesidades de su curso, a su ritmo personal de aprendizaje y al nivel de dominio que desee alcanzar. Programas flexibles en espacio permiten a la persona decidir dónde va a estudiar y cómo va a adecuar su contexto físico para evitar distracciones y allegarse los recursos necesarios (textos, computadora) para realizar dicho estudio. Finalmente, habiendo definido metas y normas de estudio, el alumno debe ponerse a estudiar en una forma tal que supervise continuamente su proceso de aprendizaje en pro del logro de las metas trazadas. El término autorregulación se refiere precisamente a este aspecto. Un aprendizaje autorregulado se tiene cuando la persona aplica sus estrategias de aprendizaje; se autoevalúa para asegurarse que el contenido por ser aprendido ha sido realmente aprendido; y señala, en caso necesario, medidas correctivas para alcanzar las metas de aprendizaje mediante otras opciones estratégicas (Pintrich y Garcia, 1992; Schunk y Zimmerman, 1994; y Zimmerman, 1990).
En el contexto de la educación a distancia, el concepto de aprendizaje estratégico está estrechamente relacionado con estos tres "autos" que ponen adjetivos al proceso de aprender. En la siguiente sección, trataremos de analizar un poco más estos conceptos.
Hacia una Taxonomía de Estrategias de Aprendizaje
en la Educación a Distancia
Si bien todos empleamos estrategias de aprendizaje al momento de estudiar, no todos somos conscientes de que las estamos empleando y, por ende, no todos somos igualmente efectivos y eficientes al emplearlas. Las personas varían en términos del número y tipo de estrategias que emplean, bien sea por las experiencias de aprendizaje que han tenido en el pasado o por la preparación específica que han tenido en programas para "aprender a aprender".
Dada la variedad de estrategias existentes, una tarea que se han impuesto los estudiosos del área es la de tratar de clasificar y ordenar dichas estrategias en una forma coherente al contexto en que serán aplicadas. La educación ha tomado de la biología la palabra taxonomía para referirse a una clasificación de este tipo. La idea de crear una taxonomía de estrategias de aprendizaje tiene como objetivo el definir un marco de referencia con respecto al cual, los estudiosos del área puedan referirse al hablar del tema.
La elaboración de una tarea de este tipo no parte del vacío. Muchos trabajos han sido realizados con este fin, como atestiguan los escritos de Garcia y Pintrich (1994); McKeachie, Pintrich, Lin, Smith y Sharma (1990); Thomas y Rohwer (1986); Weinstein y Mayer (1986); Zimmerman (1994); y Zimmerman y Martinez–Pons (1986).
Bordando en el trabajo de estos educadores y considerando las peculiaridades de los sistemas de educación a distancia, se ha generado aquí una propuesta de taxonomía de estrategias de aprendizaje. El mapa conceptual de la Figura 1 muestra la relación existente entre cinco grandes grupos de estrategias de aprendizaje.
Figura 1. Mapa conceptual de los diversos tipos de estrategias de aprendizaje.
La construcción de una taxonomía de estrategias de aprendizaje es una tarea compleja que encuentra su principal limitante en el tipo de contexto en que se habrán de aplicar. En otras palabras, debería tenerse que generar una taxonomía para cada contexto particular en que ocurra el proceso de aprendizaje. Así, por ejemplo, disciplinas concretas como matemáticas o mercadotecnia tienen estrategias de aprendizaje específicas para resolver problemas o para hacer investigaciones de mercado, respectivamente; y el desarrollo de habilidades específicas para esas áreas requiere de estrategias concretas difíciles de abordar en este trabajo. De la misma manera, la educación a distancia plantea situaciones muy concretas, también difíciles de abordar, como lo son las estrategias requeridas para grupos de discusión asíncronos o para el uso de software de comunicación sincrónica ("chats").
Así, la propuesta que aquí se presenta se refiere a estrategias generales de aprendizaje que pueden ser de utilidad a los participantes en programas de educación a distancia. La Tabla 1 muestra una propuesta tentativa de una taxonomía de estrategias de esta naturaleza.
Tabla 1
Taxonomía de Estrategias de Aprendizaje para Programas de Educación a Distancia
1 Estrategias generales de adquisición de conocimiento |
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11 Estrategias de reproducción |
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12 Estrategias de elaboración |
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13 Estrategias de organización |
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14 Estrategias de pensamiento crítico |
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141 Estretegias de clarificación básica |
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142 Estrategias de clarificación avanzada |
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143 Estrategias de sustento básico |
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144 Estrategias para evaluar inferencias |
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145 Estrategias para elaborar juicios de valor |
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2 Estrategias de autoevaluación y autorregulación |
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21 Estrategias asociadas a procesos cognoscitivos |
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211 Estrategias de planeación |
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212 Estrategias de supervisión |
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213 Estrategias de control ejecutivo |
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22 Estrategias de asociadas a procesos motivacionales y emocionales |
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221 Estrategias asociadas a procesos valorativos |
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222 Estrategias asociadas a esperanzas de éxito o fracaso |
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223 Estrategias asociadas a factores emocionales |
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224 Estrategias asociadas a factores actitudinales |
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3 Estrategias para el manejo de factores contextuales del proceso E-A |
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31 Estrategias para la administración del tiempo |
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32 Estrategias para el acondicionamiento del medio ambiente físico de aprendizaje |
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33 Estrategias para satisfacer los requerimientos de la materia |
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34 Estrategias para aprovechar el apoyo del equipo docente |
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35 Estrategias para aprovechar los servicios de la institución |
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4 Estrategias para el manejo de los recursos educativos |
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41 Estrategias para el manejo de materiales escritos |
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42 Estrategias para el manejo de los recursos tecnológicos |
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5 Estrategias específicas de la disciplina de estudio |
Variables según la disciplina. |
Agenda de Trabajos Investigación
El estudio del aprendizaje estratégico en la educación a distancia es relativamente nuevo. Como muchos otros temas educativos, puede haber una larga historia detrás de ellos, pero no basta con decir que las ideas que se han propuesto en el pasado van a ser necesariamente aplicables en el presente—en la educación a distancia, para el caso. Este trabajo tiene como uno de sus propósitos resaltar el hecho anterior y señalar lo que podría ser una agenda de trabajos de investigación para el futuro. En particular, se aprecian cuatro áreas que requieren investigación urgente:
1. Estrategias de aprendizaje particulares para diversas modalidades de educación a distancia. Esta área implica el estudiar de cerca las estrategias que hacen exitoso el trabajo de los alumnos al presenciar una sesión satelital, participar en un grupo de discusión asincrónico o trabajar de manera colaborativa y a distancia con otros compañeros.
2. Evaluación de grados de aprendizaje estratégico en programas de educación a distancia. Los sistemas presenciales conocen bien diversos instrumentos para evaluar esto. Ejemplo de ellos son el Learning and Study Strategies Inventory (Weinstein, Palmer y Schulte, 1987), el Motivated Strategies for Learning Questionnaire (Pintrich, Smith, Garcia y McKeachie, 1991) y el Self–Regulated Learning Inventory (Lindner y Harris, 1993). En particular, el primer instrumento se encuentra ya traducido al español y adaptado al contexto de universidades mexicanas (Inventario de Estrategias de Estudio y Aprendizaje, Weinstein, Palmer, Schulte y Valenzuela, 1995). La modalidad de la educación a distancia demanda ahora el desarrollo de instrumentos adaptados al medio, que permitan diagnosticar deficiencias, hacer prescripciones a los participantes en dichos programas y ser usados como medios para promover nuevas investigaciones.
3. Programas para "aprender a aprender" en programas de educación a distancia. Precisamente con el objetivo de implementar prescripciones, urge diseñar programas para el desarrollo de habilidades de aprendizaje. Contar con cursos de esta naturaleza es tanto o más importante que el capacitar a las personas en el uso de nuevas tecnologías.
4. Incorporación de teorías de aprendizaje estratégico en el diseño de programas de educación a distancia. Un último punto por resaltar en la agenda de trabajo es el que se refiere al grado en el que el diseño de cursos y programas de educación a distancia incorporan principios de aprendizaje estratégico y fomentan el uso de estrategias de aprendizaje ad hoc para la modalidad. Este punto es clave no sólo para incrementar las probabilidades de éxito de los alumnos, sino hasta para determinar si un curso o un programa vale o no vale la pena. Si uno de los valores agregados de la educación a distancia es el de promover personas autodirigidas, autónomas y autorreguladas, los cursos y programas deben estar diseñados de acuerdo con ello. El lograr lo anterior no es un sueño. Es una necesidad en esta era del conocimiento. White y Baird (1991, p. 146) lo dejan entrever de una manera especial:
In cold stone chambers, wrapped in their robes, the alchemists, practical scientists of the Middle Ages, searched for the wellspring of life—the philosopher's stone. Their noble quest was doomed. Slowly it degenerated into attempts to turn base metal into gold. As failure persisted their efforts came to be derided. The end came when failure was disguised by quackery and deliberate deception.
Is learning to learn the philosopher's stone of education? Is this noble quest foolish, doomed to failure? Will it be debased, and end in fraudulent attempts to obtain research funds under false pretences? Will educationists half a millennium hence laugh at our feeble alchemical attempts to promote cognitive processes? At least they should admire our aim, for nothing in schooling is more noble than the goal of developing learners' skills so that they become independent of us, their teachers, and have the potential to surpass us in knowledge and understanding.
Referencias
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Pintrich, P. R., Smith, D. A. F., Garcia, T., & McKeachie, W. J. (1991). A Manual for the use of the Motivated Strategies for Learning Questionnaire (MSLQ) (Tech. Rep. No. 91–B–004). Ann Arbor, MI: University of Michigan, National Center for Research to Improve Postsecondary Teaching and Learning.
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Currículum Vitae del Autor
Jaime Ricardo Valenzuela González nació en México, D.F. Su formación profesional es de Ingeniero Civil, realizando sus estudios en la Escuela de Ingeniería de la Universidad La Salle. Posteriormente, en la misma institución, realizó sus estudios de Maestría en Enseñanza Superior. Gracias al apoyo del Programa Fulbright y de la Fundación Ford-MacArthur, realizó sus estudios de maestría y doctorado en Psicología Educativa en la Universidad de Texas de Austin. Su experiencia de trabajo se ha ubicado siempre en el campo educativo.Como docente, ha impartido clases en los niveles de preparatoria, licenciatura y postgrado, tanto en instituciones públicas como privadas. Algunas de las áreas en las que ha impartido clases son matemáticas, física, metodología de la investigación, psicología y educación. Como investigador, ha realizado diversos proyectos, siendo sus líneas de investigación las de aprendizaje estratégico, evaluación del desempeño de los profesores, desarrollo de habilidades del pensamiento y emoción y motivación en los procesos educativos. Como consultor, ha realizado diversos trabajos a empresas e instituciones educativas, con una orientación principal al desarrollo del factor humano de las organizaciones. Finalmente, como administrador, ha ocupado los cargos de Coordinador del Departamento de Física y Matemáticas y Secretario Académico de la Escuela de Ingeniería de la Universidad La Salle, así como el cargo de Vicerrector Académico de la Universidad La Salle Morelia. Actualmente ocupa el cargo de Director del Programa de Doctorado en Innovación y Tecnología Educativas de la Universidad Virtual del Sistema Tecnológico de Monterrey.